¿Debería seducir a su propia esposa?
Jake McCabe se había separado de su esposa Isobel convencido de no ser el padre de la niña que ella había dado a luz. Isobel había criado sola a la pequeña Emily con orgullo y sin dejar de insistir en que la niña era de Jake. Ahora Jake había vuelto una vez más a aparecer en la vida de Isobel... y había comprobado que seguía vivo el mismo deseo irrefrenable que había habido entre ellos cuando se casaron. Su relación estaba poblada de mentiras y arrepentimientos, así que no iba a cambiar nada que Jake añadiera un pecado más a la lista: seducir a su mujer fuera como fuera.