Marianela era una muchachita huérfana, que vivía en las minas de un lugar llamado Socartes. Estaba debilucha y fea. Se había acostumbrado al rechazo de todos; incluso creía que “no servía para nada”, hasta que se convirtió en el lazarillo de un gallardo joven llamado Pablo, quien le hizo saber que su bondad y ternura la convertían en una persona hermosa.
La Nela, como le decían, consideraba que su misión en el mundo era la de convertirse en los “ojos” de Pablo; mientras que él, que era ciego de nacimiento, aseguraba que no podía vivir sin ella y que la haría su esposa. Sin embargo, un buen día llegó hasta ese lugar uno de los mejores médicos de ojos: Teodoro Golfín, quien provocaría que la vida de los jóvenes cambiara totalmente.